La más reciente novela de la escritora chilena Isabel Allende transporta a los lectores a lo largo de 100 años de historia sudamericana, con una protagonista que vive para contar un colapso económico, la dictadura y dos pandemias.
Por Brenda Gil Gorrías
Un testamento, pero de sentimientos. Escrito en forma de testimonio, el nuevo título de Isabel Allende narra una vida digna de ser contada porque es de novela. Violeta, el personaje principal, llega a los cien años y decide relatarle su historia y, a su vez, la historia del siglo a Camilo, que hasta el final desconoceremos quién es y cuál es su vínculo con ella.
“Hay un tiempo para vivir y un tiempo para morir, Entre ambos hay un tiempo para recordar”, dice Violeta y eso es lo que hace página tras página desde su nacimiento en 1920, en plena “gripe española”, hasta 2020, en la pandemia del coronavirus. Y poco a poco vamos descubriendo que es una mujer indómita, capaz de sobreponerse a obstáculos tremendos y que siempre sale adelante: no hay destierro, pasión abrumadora o devastadora pérdida que pueda con ella.

De una joven Violeta consentida y caprichosa a una Violeta en una larga etapa de vejez pero determinada, se debaten temas como la riqueza, la pobreza, las relaciones abusivas, la dependencia emocional, cómo se sobrelleva la adicción a las drogas de un ser querido, cómo es vivir en una dictadura militar, y la lucha por los derechos de la mujer, entre otros. Sin dudas, el libro mantiene la esencia de Allende: tiene similitudes con su país -Chile- y también con la autora porque la protagonista, al igual que Isabel, es fuerte, moderna para su época y erige una fundación para apoyar mujeres.
Violeta es inspiradora y emotiva pero destaco por sobre todo la parte del renacer, donde ella convierte su prolongada ancianidad en una etapa de beneficio para sí misma y los demás y no en una penosa espera de la muerte. No abandonarse a la idea de envejecer, tener un propósito y que nunca es tarde para cambiar de rumbo son las reflexiones más bellas que deja.